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jueves, 11 de abril de 2013

PISCINA LIMPIA PULMON SUCIO

No es casualidad que entre los deportistas de alto nivel que entrenan a diario en piscinas se haya identificado una prevalencia de hiperreactividad bronquial superior a la de la población general.

El primer síntoma de que el cloro de la piscina descarga su poder deletéreo en nuestro organismo es la irritación de las mucosas oculares (lagrimeo), de la nariz y la garganta, pudiendo variar desde la sequedad a la molestia e incluso hasta al dolor. Pero la acción del cloro llega también a las vías respiratorias inferiores, y produce desde una tos refleja a un vómito o, en casos extremos, edema pulmonar.

La exposición a concentraciones de cloro por encima de 45 mg/m3 provoca irritación de las membranas mucosas del ojo y la nariz, haciéndose notar también en la garganta y los pulmones. Concentraciones de 150 mg/m3 o más son, de hecho muy peligrosas incluso en exposiciones de corta duración ya que concentraciones tan elevadas pueden provocar una reacción inflamatoria en los pulmones, con acumulación de líquido (edema), pudiendo manifestarse este síntoma incluso de forma retardada hasta dos días después de la exposición.

Causas de alta concentración de cloro

Aunque por lo general las piscinas públicas cumplen los límites de concentración de cloro reglamentarias, la mayor parte de las intoxicaciones de carácter agudo son debidas a un malfuncionamiento puntual del aparato de cloración o a un mal mantenimiento; razón por la cual se aconseja a los responsables técnicos de las piscinas que sigan al pie de la letra la normativa existente al respecto.

Otra causa en el caso de las piscinas cubiertas, es que la mayoría de las piscinas tienen una ventilación con renovación insuficiente, que explica el aumento de la concentración de cloro ambiental a lo largo del día. Las causas de la misma hay que buscarlas en el elevado coste energético de la climatización-ventilación y a que las corrientes de aire existentes deben ser lo menor posibles por cuestiones de confortabilidad.

Posibles soluciones a este problema

No se trata de prohibir a los niños que practiquen la natación en piscinas, sino de pedir a las personas que trabajan en la industria de este tipo de instalaciones que desarrollen otros procedimientos alternativos al cloro, para desinfectar el agua.

La cloración ha sido el método tradicional de la piscina, un saneamiento durante décadas casi por defecto, ya que no había alternativas para este aspecto crucial de tener una piscina. Sin embargo, para muchos propietarios la cloración es un método viejo y anticuado.

Como método alternativo se podría hablar de la cloración salina, la sal común o cloruro sódico es la principal materia prima para la fabricación (mediante procesos electrolíticos) de cloro. El nivel de sal en el agua suele ser de 4-6 g/l, por lo que los bañistas apenas la notan (el agua de mar llega a los 35 g/l). De esta manera el agua de la piscina tendrá una concentración de cloro mucho menor y serán por tanto menores los perjuicios que este crea.

Pero, sobre todo dada la relativa facilidad de esta medida, la solución más importante a este problema es que las piscinas cubiertas se ventilen más y mejor para evitar la aparición de todas las complicaciones comentadas anteriormente.

LAURA GALLEGOS RODRIGUEZ, nadadora CDU y alumna 5º curso Facultad Medicina UGR

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